Nicolás Maduro acude a la Asamblea Nacional intentando consolidar un consenso político nacional de cara al abordaje del diferendo territorial histórico con Guyana. No hubo en la historia republicana reciente una discusión en esta instancia, sobre este tema, con el Presidente de la República como orador.
Franco Vielma
A continuación, apuntaremos algunas de las cuestiones políticas más importantes sobre esta coyuntura, los tres principales frentes que hay que comprender:
El frente guyanés
Basados en el resultado írrito y nulo del Laudo Arbitral de París de 1899, Guyana ha sido beneficiada del statu quo que de él se derivó, siendo hasta hoy el país que mantiene bajo su control una porción de territorio de 159.500 Km2 que los venezolanos consideramos “zona en reclamación”. Desde el 26 de octubre de 1899, con la carta que Curtis Mallet-Prevost enviara al profesor George I. Burr, se sabe que tal decisión es nula, fue impuesta por las potencias coloniales del momento.
Aunque el Acuerdo de Ginebra de 1967 somete a revisión tal laudo, esperando que las partes consumaran otro acuerdo, Guyana ha asumido que nuestro Esequibo es el casi 70% de su territorio integral, y ahora quieren transnacionalizarlo y privatizarlo a manos de una corporación extrarregional, Exxon Mobil.
Guyana y EEUU tienen un acuerdo macro activo, se trata de la colaboración interinstitucional para el desarrollo de capacidades gerenciales y operativas para iniciar a Guyana como nación petrolera. EEUU actúa por medio del Energy Governance and Capacity Initiative (EGCI) –una instancia para el abordaje de la política energética transnacional norteamericana– y que depende del Departamento de Estado norteamericano. Según el Servicio de Geología de EEUU (febrero de 2015), las aguas exploradas por Exxon y que son la franja marítima del Esequibo pertenecen a la cuenca petrolera Guyana-Surinam. En ellas se contabilizan un aproximado de 15 mil millones de barriles de reservas recuperables de crudo y 42 billones de pies cúbicos de gas.
Este reservorio de energía que Exxon quiere explotar está costa afuera, y he ahí que las reservas de energía en tierra podrían ser mucho más cuantiosas. Estas reservas son inestimables hasta la fecha, y tienen el potencial de ser, según el mismo Servicio de Geología de EEUU, las segundas reservas más grandes del mundo ubicadas en una cuenca virgen.
Luego de la muerte de Norman Girvan en 2014, el último “buen oficiante” delegado por Venezuela y Guyana en 2010, el cambio de gobierno en Guyana cede paso también a nuevos intereses que son de larga data. David Arthur Granger, a cargo del gobierno de Georgetown desde 2014, decide consumar lo que ya venía haciendo Guyana, cuando en 2013 colocó a la nave Teknik Perdana con cinco ciudadanos estadounidenses a bordo que realizaban estudios petroleros en aguas. Esta nave pertenece a la compañía estadounidense Anadarko Petroleum Corp, una contratrista de Exxon.
La política binacional ha dado un giro. Granger se refirió a Venezuela como “un mono, una pesada carga en la espalda” para Guyana. La diplomacia guyanesa comienza a emplear un lenguaje inédito, provocador e irrespetuoso. Ya han pasado más de dos meses en que públicamente el presidente Maduro ordenara a nuestra canciller Delcy Rodríguez a que se reuniera con su par guyanés, sin que esta reunión se haya hecho posible, seguramente por decisión de Guyana. Nuestro vecino acude a la carrera de la confrontación diplomática para darle tiempo a Exxon.
El frente norteamericano y Exxon Mobil
Exxon Mobil es una de las corporaciones que mejor ha sabido colocar a su servicio el complejo industrial-militar norteamericano. Donde despliegan sus recursos financieros, despliegan sus recursos operacionales, logísticos y su “componente de seguridad” con la actuación de contratistas (mercenarias). Exxon ha actuado como ninguna otra transnacional en zonas en conflicto, guerras, ocupaciones y bajo disputa.
La política estratégica de seguridad norteamericana prevista en su “National Estrategic Security Plan 2012″ supone la “protección” y “aseguramiento” de los activos de EEUU a escala intercontinental. El mencionado plan consiste en un manual a ejecutarse a nivel global y explica (violando el derecho internacional) la atribución de EEUU de actuar en favor de la protección de los bienes y personas públicos y privados estadounidenses en todo el mundo contra cualquier amenaza declarada o súbita.
Bajo esta legislación EEUU actúa violando aguas territoriales en todo el mundo. Así actúan en el Cuerno de África contra la piratería somalí, con el frecuente empleo de la fuerza si uno de sus activos se ve comprometido. Así actúan para controlar territorios privatizados a servicio de sus transnacionales en todo el mundo.
Esto indica que la Zona de Defensa Integral Marítima Insular (Zodimain) Atlántica de Venezuela, donde Exxon explora, puede ser un área “asegurada” ilegalmente por factores militares regulares de EEUU. Si Venezuela intenta impedir por nuestro uso legítimo del derecho al resguardo de nuestras aguas en disputa la colocación de alguna plataforma petrolera, EEUU se asume facultado para actuar por la fuerza contra Venezuela.
Si EEUU quisiera que Venezuela pisara el peine de la guerra, sólo tendría que colocar activos militares en las aguas y tierras que reclamamos. Si Guyana y Exxon inician la explotación en aguas, más temprano que tarde irán por los recursos en tierra firme, hasta la frontera del río Esequibo. Bastarían sólo meses para que Guyana extendiera sus acuerdos de “colaboración energética” a la colaboración militar con EEUU. Lo cual indica presencia militar (regular y contratista-mercenaria) norteamericana en nuestra zona en reclamación.
Es un hecho y no una opinión: todo país en situación de dependencia energética (que importe energía fósil) y con reservas bajo tierra ha desarrollado acuerdos militares a la par de acuerdos de explotación de energía con EEUU. No hay excepciones. Guyana es un lugar perfecto para que EEUU asuma posiciones de control de recursos, ocupación militar y planteamiento estratégico con proyección a Venezuela. Una base militar aérea norteamericana a sólo kilómetros del río Esequibo colocaría a un activo militar a sólo diez minutos de vuelo de nuestra área de aseguramiento energético y principal reservorio energético fósil del planeta: la Faja del Orinoco Hugo Chávez.
El frente venezolano
Venezuela, como siempre, ha apelado a la legalidad y al único marco legal vigente en la materia que reivindica nuestra dignidad luego del despojo colonial de 1899. El Acuerdo de Ginebra es la única carta refrendada histórica e internacionalmente que nos faculta para negociar.
Pero el frente interno venezolano está fracturado. La derecha venezolana parece haberse confabulado con la derecha transnacional, que hoy tiene a un ferviente servidor en la silla presidencial de la República Cooperativa de Guyana. Es la misma derecha que transnacionalizó y privatizó nuestras reservas al servicio de empresas como la misma Exxon Mobil.
Hasta hoy, no hay un acuerdo político nacional sólido que brinde respaldo a una cuestión que no es exclusiva del Gobierno venezolano, sino que es nacional. La derecha venezolana, sumida en la perenne propaganda política antinacional, entiende la pérdida definitiva del Esequibo como un punto favorable para las fuerzas adversas al chavismo. Así ha sido hasta esta reunión en la Asamblea Nacional con Maduro al frente.
Quizás lo más recomendable para Venezuela es no asumir un nuevo arbitraje internacional para recuperar el Esequibo. Dado que lo único vigente en la materia es el acuerdo de 1967, lo ideal es la reactivación de los instrumentos que en ese documento quedaron señalados.
Uno de ellos es el de la figura del “buen oficiante”, un delegado por ambas partes que se encargaría de colocar en la mesa del secretario general de la ONU los acuerdos a los que habrá lugar por las partes. Otro instrumento es el de la “Comisión Mixta” binacional, encabezada por los propios mandatarios, a los fines de definir los “derechos de soberanía” de territorio, que según el Artículo V, numeral 2º de tal acuerdo, explica que una asociación como la que Guyana hace con Exxon sólo podría ser avalada en una Comisión Mixta y no por vía unilateral como hoy lo hace Guyana.
El frente venezolano no es exclusivamente nuestro. La grannacionalidad que en años recientes ha cuajado a la sombra de los instrumentos integracionistas creados en la Revolución Bolivariana facilitan nuevos foros políticos que podrían ser instrumentados para que Venezuela y Guyana alcancemos un acuerdo práctico. Unasur, Alba y Petrocaribe son espacios que podrían instar a Guyana a sentarse con Venezuela en una agenda sincera, que supere el estancamiento y que tenga consecuencias positivas para ambas partes en tiempos prudentes.
Una cuestión “práctica” que hay que advertir en la lucha venezolana por el Esequibo es que no hay diferendo alguno que en décadas recientes se haya resuelto a favor de una parte demandante, y que haya significado que el país demandado literalmente pierda casi el 70% de lo que había considerado su territorio. Eso sólo ocurría en tiempos del colonialismo rancio, no en tiempos en que se ha consagrado el derecho internacional y territorial como hoy lo conocemos. La recuperación total del Esequibo implica eso: despojar a los guyaneses de lo que ellos consideran es casi el 70% de su suelo. Hablamos de una cuestión con muy pocas, léase bien, muy pocas probabilidades de que ocurra.
He allí que en cualquier escenario de negociación la gestión del territorio debe ser entendida a la luz de estas realidades. En el marco de la ONU se han discutido cuestiones prácticas para diferendos territoriales, entendiendo que las mismas se basan en superar estancamientos eternos. Estados binacionales, porciones territoriales de administración conjunta, derechos de soberanía binacional sobre espacios terrestres y aguas, o partición del territorio a tajos, son cuestiones que también podrían debatirse alternas a una recuperación absoluta y total del Esequibo. Los venezolanos necesitamos debatir todas las posibilidades, hasta la de una escaramuza militar con Guyana y EEUU. Todo debe debatirse, todo debe conocerse.
Pero ante todo, en el frente venezolano, lo importante es la unidad nacional. Unidad de los patriotas. Estas horas son de definición.
Anisio Texeira (Teólogo)