El paro del 1 de octubre demostró que los municipales estamos dispuestos a enfrentar el ajuste con lucha.
La medida se sintió fuerte en los lugares donde Sutecba lo convocó y organizó; donde no lo hizo los compañeros quedaron a merced de los aprietes de los funcionarios. Lo que motiva la voluntad de lucha de los trabajadores es que el salario no aguanta más. Según la Dirección de Estadística del mismo gobierno, la inflación acumulada en el año es del 28,2 por ciento, o sea que el 21 por ciento que recibimos (en cuotas) es un recorte salarial. El propio gobierno reconoce un 40 por ciento anual de inflación y una canasta familiar de 11.422 pesos, pero mantiene a sus empleados con un promedio salarial de 7.000 pesos.
Luego del paro, Sutecba anunció un plan de lucha si no obtenía respuestas del Gobierno. Pero su conducción tiene un largo historial de pactos y negociaciones con el macrismo. En este caso, Sutecba pretende frenar un avance del macrismo en algunos de sus "kioscos", como la recolección de residuos en la zona testigo no concesionada. La situación salarial y el anuncio de un plan de lucha, replantean el problema crucial para los trabajadores de superar a la burocracia, desarrollando la organización y la lucha desde la base.
Para que las medidas sean contundentes y arranquen las reivindicaciones, es necesario que la discusión de las mismas se haga en asamblea en todos los lugares de trabajo, con afiliados y no afiliados, para discutir este balance y la necesidad de continuar con un paro de 36 horas con movilización a la Jefatura de Gobierno. También la exigencia a Sutecba de que convoque a una Asamblea General de todo el gremio para votar el plan de lucha por la reapertura de paritarias, 3.000 pesos de emergencia, pase a planta permanente y seis horas por insalubridad para los enfermeros.
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