España toma el control de la misión aérea de la OTAN junto a Bélgica. En una jefatura que rota cada cuatro meses, estos dos países estarán al mando del espacio aéreo de esta zona que carece de aviones ¿Se refuerza la política de los tambores de guerra en el Estado español?
Desde el pasado 7 de enero España, junto a Bélgica, asume el control de la misión aerea de la OTAN en la zona del Bático.
Las fuerzas aéreas de la OTAN asumen la misión policial de este espacio desde que en 2004 Letonia, Lituania y Estonia entraran a formar parte de la Alianza Atlántica, aunque sin suficiente poder aereo para su propia seguridad.
El control aereo de la zona báltica se efectua mediante rotaciones cada cuatro meses. Así, tanto el Estado español como Bégica reemplazam a Alemania y Hungria que han estado patrullando desde el pasado mes de septiembre. Y lo harán aportando, en el caso de España, cuatro aviones Eurofighter Typhoon establecidos en una base lituana. Bélgica por su parte contribuye con cuatro aviones de combate F-16.
Según un comunicado emitido por la propia OTAN, esta transferencia rotativa en la gestión de la seguridad del espacio aereo simboliza "la solidaridad duradera de la OTAN con sus aliados en el Báltico".
Tras los atentados del 13N en París el gobierno de Mariano Rajoy se subió desde el minuto cero al carro de la unidad reaccionaria e islamófoba de los países imperialistas. PP, PSOE y Ciudadanos reeditaron un nuevo pacto anti-yihadista con el que daban rienda suelta a una más que posible intervención militar española en el marco de la ofensiva imperialista que encabeza Holande. Aunque según Pedro Sánchez y Albert Rivera, siempre que se cuente con el aval internacional.
Por su parte, Pablo Iglesias se desmarcó en la formarción de un gran pacto de unidad nacional sobre una ofensiva imperialista. Sin embargo, el fichaje para las pasadas elecciones del 20D del ex-JEMAD José Julio Rodríguez, firme defensor de la permanencia del Estado español en la OTAN y ex-responsable de misiones imperialistas como las de Afganistán, Líbano o Libia, no eran precisamente movimientos que indicarán una política diametralmente opuesta a los intereses imperialistas.
Por el momento los intereses guerreristas del Estado español han pasado a un segundo plano tras los resultados electorales del 20D y a la espera de los posibles pactos entre los grandes partidos para formar gobierno, ya sea una gran coalición entre PP y PSOE como pretende Mariano Rajoy, una ámplia coalición de izquierda del PSOE junto a Podemos al estilo del actual gobierno portugues o unas más que posibles elecciones anticipadas.
En todo caso la asunción actual del control aereo del Báltico es un paso más en las aspiraciones del Régimen español de tener un peso especifico en la Alianza Atlántica y tomar parte de la ofensiva guerrerista.
Solamente poniendo en pie un gran movimiento contra la guerra imperialista podremos oponer una lucha efectiva a las aspiraciones guerreristas e impulsar la salida del Estado español de la OTAN.
Un movimento que a través de la movilización popular luche también contra los planes de los grandes partidos de llevar adelante una pírrica regeneración de esta democracia para ricos e imponga un verdadero proceso constituyente sobre las ruinas del Régimen del 78 en la cual podamos resolver el conjunto de las demandas democráticas acuciantes.
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